Es el horizonte
bajo el tapete,
es el agua que
escurre sobre el computador prendido,
es el final de la
última locura,
el derrumbe del
último iceberg de mis deseos.
Campos negros
de ríos olvidados,
extramuros
rellenos como almohadas rotas con plumas
escapando de un apocalipsis
en la órbita,
el paso del sol.
tp-tp-tp
Giran los cedés
con desidia,
galaxias láser
responden a su
propio canto
y en esto son
bellos e idénticos a la libertad poseída
en el sueño de
los hombres.
El sonido se
pega,
los campos se
hinchan hasta cortar los ojos
vírgenes de tanto
viento.
Es la fuga de mi
cabeza
que va a perderse
con los botones sueltos
de las radios,
con los cristales
del misterio hecho edificio,
con las bolsas
bailando plásticas los orificios del cemento.
Una fisura en los
muros, el sol ojea entre las calles,
mi cabeza rueda.
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